Hoy día del Espíritu de la Navidad, en el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) recibimos la carta al Niño Jesús de un privado de libertad en Venezuela, quien solicitó que por medidas de seguridad no divulgáramos su nombre.
Querido Niño Jesús: Este año 2016 ha sido duro, muy duro. Ni siquiera entiendo cómo aún sigo vivo, pues la violencia es cada vez peor en todos penales, principalmente lo que se vivió en la PGV, a donde fui trasladado sin que ni siquiera le avisaran a mis familiares.
Pasé dos semanas sin saber nada de mi mujer, con un chamito y embarazada, mi mamá no sabía a donde llevarme la platica para pagar la causa, todo ese tiempo temí por mi vida y después tuve que pagar todo con intereses al pran de este penal.
Es un infierno, pude ver como otros se pusieron raquíticos, flacos y pálidos, parecían unos muertos vivientes, pero luego me enteré que sufrían tuberculosis. Te confieso que me da miedo contagiarme de esa enfermedad, porque aunque fui malo y cometí un error, creo que todos tenemos derecho a una segunda oportunidad. Bueno, tampoco es que he estado sano desde que llegue a la PGV, pues los primeros meses me dio hasta amibiasis, supongo que es consecuencia de dormir en el piso cerca de las aguas negras, y comer alimentos sin lavar y otros descompuestos, porque detrás de estos barrotes el agua potable es solo para los privilegiados.
De verdad no sé qué es peor, si los calabozos de la policía donde pasé más de dos años por el robo de un celular, o esta cárcel donde todavía me falta por cumplir cuatro años de pena. Tampoco sé si pueda salir vivo de este infierno, el pran no me ve con buenos ojos, quedé rallado de mala paga cuando mi mamá no me había traído la plata de la causa, y eso aquí es casi una sentencia de muerte. Tengo mucho miedo, pero hay que guapear hasta el final.
Lo peor de todo es que yo ni siquiera soy culpable, solo que andaba con una mala junta y bueno caí con él en cana. Cuando estaba en los calabozos de la policía, donde en un principio me dijeron que solo estaría pocos días, conocí a la ministra Iris Varela que llegó con el Plan Cayapa, debí renunciar a mi derecho a la defensa de confianza para que me atendieran y lo que se hicieron fue decirme que admitiera los hechos, se aprovecharon de mi desesperación y caí en su trampa, pero no sé qué paso, más nunca supe de esa gente.
Aquí antes de que me estén humillando prefiero rezar de vez en cuando con los evangélicos, yo no quiero caer como muchos de mis amigos, que entran como yo, que solo cometí un delito en mi vida, y salen graduados de sicarios, secuestradores y pare usted de contar. A muchos los matan al salir en libertad y otros se unen a las mafias de los pranes para cometer sus fechorías allá afuera. Yo no quiero eso, ya mi chamito está grandote.
Aquí las horas pasan lento y mucho más cuando los pranes desatan la violencia. Hace poco estaba jugando fútbol en un torneo organizado para celebrar el cumpleaños del pran y explotó una granada. Corrí, corrí y corrí, lo que me faltó fue saltar la cerca, pero en medio de mi confusión vi el baño de sangre, allí murieron dos decoradores, a quienes vi más temprano cargando una telas para decorar la fiesta del año.
Eso sí, la fiesta no se paró por eso, sacaron a los heridos y se prendió la rumba, menos mal que mi familia no me visitó esa semana. En fin, no sé cuánto aguante, y por eso te pido Niño Jesús que intercedas por todos los presos y sus familiares, estamos pasando mucho trabajo, mi meta en la vida es trabajar, estudiar y dormir tranquilamente junto a mi mujer, y no tener que esperar turno hasta para dormir porque ya no cabemos en los pabellones. Estamos cayendo como moscas por la violencia de los pranes, el hambre que estamos pasando porque ya nuestros familiares no consiguen la comida, y por las enfermedades de las que se han muerto bastantes compañeros.
Te quiero pedir mucho por los Indultos Presidenciales, que los otorguen, y que cuando vean requisitos, que empiecen con: 1.- haber sobrevivido a esta masacre que tienen con nosotros, 2.- todo el esfuerzo que se hace por sobrevivir cuando se puede y 3.- que vean el rostro de nuestras familias, para que noten lo que es el dolor de una madre, esposa e hijos, allí verán la cara de Dios y su madre María ¡En ti confiamos Niño Jesús!
Y acuérdense, que aún en el dolor la lucha es por la libertad y la alegría, la cárcel regálensela a la Ministra Iris Varela que tanto le gusta.