Arrancó el 2020 y la situación en los centros penitenciarios de Venezuela está lejos de mejorar, y es que en los primeros diez días del año ya han fallecido cinco presos; cuatro se encontraban recluidos en penales y uno en un calabozo, según conoció el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP).
La primera muerte se produjo en el estado Trujillo, se trata de Juan Diego López López, un joven de 24 años de edad, quien se encontraba recluido en el Centro Penitenciario de Occidente I (CPO) en el estado Táchira.
Luego del motín registrado en el mes de noviembre del 2019, Juan Diego fue trasladado hasta el Internado Judicial de Trujillo. Este joven padecía de tuberculosis y durante su enfermedad no recibió atención médica, por lo que su situación comenzó a agravarse en el estado andino. El 15 de diciembre fue trasladado hasta un Hospital, durante su estadía en el centro asistencial y en vista de que su estado de salud era delicado, le otorgaron una medida humanitaria, pero falleció el 1 de enero.
La segunda muerte se produjo el 3 de enero y la víctima respondía al nombre de Carlos Alberto Ilarraza Castillo, de 57 años, quien estaba recluido en el Internado Judicial Rodeo III en el estado Miranda. El preso era hipertenso y tenía una lesión en la pierna, pero en los últimos días estaba reteniendo líquido y no fue atendido.
Los familiares aseguraron que Carlos Alberto fue beneficiado con una medida cautelar otorgada en 2019 por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de Estados Americanos (OEA), pero el Estado venezolano no le garantizó su derecho a la salud y primordialmente a la vida.
Dos fallecidos en Lara
En el estado Lara se registró la muerte de dos privados de libertad por condiciones de salud. Uno de ellos el 6 de enero y al siguiente día otro, ambos casos ocurridos en la Comunidad Penitenciaria Fénix, estado Lara.
Sandro José Carucí, de 46 años, murió tras padecer tuberculosis y no recibir el tratamiento adecuado. La víctima resultó detenida en marzo del 2014 y, tras pasar tres meses en una comisaría, fue trasladado a Fénix Lara, donde cumplió cinco años tras las rejas.
Los familiares relataron que Sandro José era oriundo del municipio Urdaneta, del mismo estado Lara, y se enteraron de su muerte un día después cuando unos compañeros lograron comunicarse con ellos. Para trasladar el cadáver del preso hasta el municipio Urdaneta y brindarle cristiana sepultura, la familia solicitó ayuda de la Alcaldía porque no tenían dinero para costear los gastos.
Una situación similar vivió María Escobar con su hijo Franklin Alberto Pai Escobar, de 25 años, quien estaba penado a 10 años de prisión y tenía 5 años cumpliendo su pena en Fénix Lara.
La señora María relató al equipo de OVP que las comidas en ese penal son de mala calidad, los presos comen bien solo cuando sus familiares les llevan algunos alimentos y en ocasiones no les permiten el acceso. “Dentro del recinto solo les dan agua de pasta y arepas sin relleno, incluso pasan días sin comer y los maltratos son constantes”.
Hace meses Franklin Alberto presentó una infección en los riñones, situación por la que la madre del interno introdujo varios escritos en tribunales para solicitar atención médica, pero la ayuda nunca llegó.
La afligida madre aseguró que habló hasta con la directiva del penal y no fue hasta los primeros días de enero que decidieron llevarlo al área de enfermería.
“Estaba amarillo y con los pies y su cara totalmente hinchados, estaba reteniendo líquido, tenía fiebre y desde que llegó los doctores no me lo atendían. Hacía mucha fuerza para hablar y lo que me pedía era que hiciera las diligencias para que lo sacaran de ese penal”, comentó la madre, quien se enteró por un custodio que su hijo sería trasladado al Hospital Central Antonio María Pineda de Barquisimeto.
Fue el 7 de enero cuando Franklin Alberto no soportó más y murió. En su acta de defunción indica que falleció a causa de una insuficiencia respiratoria y neumonía, pero su madre asegura que esa no era su patología.
“En ese penal los presos están muriendo por falta de atención, de hambre y de palo porque eso si les dan todos los días”. Esta madre llevaba tres días en la morgue de Barquisimeto canalizando el traslado del cuerpo de su hijo hasta Guanare, estado Portuguesa, porque no contaba con los recursos suficientes para hacerlo.
El quinto preso fallecido tuvo lugar en los calabozos de la Policía Municipal de Caroní en el estado Bolívar, se trató de Oscar Guevara, de 24 años, quien padecía tuberculosis.
“La situación en los penales es cada día más grave, los presos ahora mueren por enfermedades, por falta de una adecuada atención médica. Los maltratos y castigos a los presos son constantes y las violaciones de sus derechos vienen del propio Ministerio de Servicios Penitenciario”, manifestó Carolina Girón, directora del OVP.
Girón aseguró además que no existe voluntad por parte de la Defensoría del Pueblo o del Ministerio Público de realizar una investigación exhaustiva de qué es lo que está pasando en los penales y calabozos venezolanos, por lo que hasta la fecha se han recaudado pruebas suficientes para denunciar ante los organismos internacionales.
Prensa Observatorio Venezolano de Prisiones