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¿Cuántos presos deben morir de hambre para que el Estado tome cartas en el asunto?
Aunado a la insalubridad, el hacinamiento y el retardo procesal, los privados de libertad en Venezuela deben lidiar con el hambre y la desnutrición, que en pocos meses ha cobrado la vida de cuatro hombres y una mujer. Solo los privilegiados, tienen la dicha de comer su desayuno, almuerzo y cena, pues el resto de la población penitenciaria debe conformarse con una sola comida al día y si acaso alcanza para todos.
Al menos en un 40% fue reducido el presupuesto del Ministerio de Servicios Penitenciarios por concepto de bebidas y alimentos, en comparación con el año 2015, por lo que algunos líderes negativos aprovecharon la contingencia para aumentar el monto de la “causa” semanal y además de preservar su integridad física, los reos son beneficiados con sopa o bollitos tres veces a la semana.
En la mayoría de los penales ubicados en todo el territorio nacional, los reos deben comprar sus propios alimentos con el dinero que les llevan sus familiares, aunque no siempre resulta suficiente por la desenfrenada inflación. ¿Dónde compran los productos? En cárceles como las de Tocorón hay áreas comerciales, donde incluso los vecinos de la zona acuden a comprar gran cantidad de alimentos básicos ante la mirada complaciente de la Guardia Nacional Bolivariana.
No obstante, aquellos que no reciben visita o a los que simplemente no les alcanza la plata, son los que se han visto más afectados por el hambre y la desnutrición, como es el caso de 1.- Ada Yaquelinda Jiménez Hernández, de 39 años de edad, quien sufrió un infarto el 15 de abril de este año cuando hacía ejercicios físicos, luego de que presuntamente pasara varios días sin ingerir suficientes alimentos en la Comunidad Penitenciaria Fénix en Barquisimeto, estado Lara.
Según su madre, Ada Yaquelinda tenía sobrepeso cuando la vio por última vez durante su traslado desde la cárcel de El Marite hacia Fénix, pero su delgadez era alarmante cuando le entregaron el cadáver en la morgue local.
Asimismo, conocimos del caso del recluso en espera de juicio 2.- Lionisio Carrión, quien presentó un cuadro de desnutrición luego de permanecer esposado a una reja durante siete meses en la manga de la Policía del Estado Sucre.
“En la mayoría de los penales ubicados en todo el territorio nacional, los reos deben comprar sus propios alimentos con el dinero que les llevan sus familiares, aunque no siempre resulta suficiente por la desenfrenada inflación“
Carrión falleció el 9 de agosto de este mismo año en la sala de emergencias del hospital Patricio Alcalá de Cumaná, él nunca fue visitado por ningún familiar y de vez en cuando era bañado por los bomberos, que le echaban agua con una manguera desde lejos. Este hombre padecía una enfermedad mental, pero nunca fue diagnosticado como tal porque su médico tratante, quien además funge como director del servicio psiquiátrico del mencionado hospital, no tenía cama para internarlo, así como tampoco contaban con funcionarios policiales para resguardarlo.
El miércoles 10 de agosto, un joven ayudante de albañilería, identificado como 3.- José Antonio Álvarez Castillo, de 24 años de edad, falleció a causa de desnutrición severa y síndrome diarreico. Este hombre estaba recluido desde mayo en los calabozos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) en Araure, estado Portuguesa.
En ese entonces, sus familiares denunciaron ante el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) que los guardias no le permitían visitas, por lo que solo le podían mandar comida y agua, sin tener la certeza de que se los entregaban. Cuando sus padres se enteraron de que había sido trasladado al hospital, ya era demasiado tarde y José Antonio estaba al borde de la muerte.
De igual manera, murió 4.- Tulio José Soto Gómez, de 49 años de edad, por presunta caquexia (desnutrición, deterioro orgánico y gran debilitamiento físico). El hombre se encontraba detenido en las celdas de la Policía Municipal de Paz Castillo y murió minutos después de ser recluido en el hospital Luis Razetti.
El 16 de septiembre de 2016, medios de comunicación a nivel nacional informaron sobre el fallecimiento del recluso 5.- Carlos Enrique Hernández, quien padecía tuberculosis y desnutrición, en los calabozos de la Policía Municipal de Chacao.
Sobre este caso se conoció que las autoridades policiales hicieron algunos trámites para agilizar su liberación, tomando en cuenta que el hacinamiento solo empeoraba su malestar y además atentaba contra la salud del resto de los presos, pero el tribunal no le concedió una medida humanitaria.
Pero la muerte de Carlos Enrique no es la única que ha ocurrido en esta sede policial, pues este lunes 3 de octubre, se conoció sobre el fallecimiento de 6.- Pablo Mendible, de 30 años de edad, quien también pereció por presunta desnutrición. Cabe destacar que en los centros de detención preventiva no hay comedores habilitados para la población penitenciaria, por lo que estos hombres y mujeres dependen de la ayuda de sus familiares, si es que acaso los tienen.
El séptimo caso de muertes por desnutrición fue el de 7.- José Luis González Rodríguez, quien este sábado 1 de octubre fue encontrado sin signos vitales dentro de su celda en el área de aislamiento del Centro de Coordinación Policial de Fundalara. Medios locales reseñaron que el hombre no recibía visitas y que en los últimos días lucía extremadamente delgado, incluso hace pocos días fue trasladado hasta un centro de salud para ser rehidratado.
¿Cuántos privados de libertad deben morir de hambre para que el Estado tome cartas en el asunto? Todos estos casos están siendo informados ante el Ministerio Público y el Subcomité de Naciones Unidas para la Prevención de la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (SPT), pues evidentemente el Estado venezolano ha demostrado no poder garantizar los derechos humanos de los privados de libertad.
Esta noticia fue tomada del portal web: http://www.talcualdigital.com/
Enlace informativo: http://www.talcualdigital.com/Nota/133372/presunta-hambruna-cobro-la-vida-de-siete-privados-de-libertad?platform=hootsuite