En los internados judiciales El Rodeo II y III, ubicados en el estado Miranda, no hay insumos y mucho menos atención médica, aunque en ambos hay áreas de enfermería. Son los familiares quienes deben costear las medicinas y el alto costo de un tratamiento completo cuando los privados de libertad se enferman.
“La única forma de que sean trasladados a un centro de salud es cuando ya están muertos”, indicó el familiar de un recluso al Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP). Cabe destacar que son los mismos reos quienes llaman a sus parientes para pedirles ayuda.
Una vez que los familiares les llevan los medicamentos, los enfermos deben administrarse su propio tratamiento con la ayuda de los compañeros de celda y sin ningún tipo de orientación médica. En tanto, los parientes también denunciaron que la mala alimentación está causando estragos entre la población penal.
En ese sentido, son muchos los presos que presentan indicios de desnutrición severa, condición que va de la mano con enfermedades respiratorias como la tuberculosis, algunas otras infecciones pulmonares, malestares estomacales y deterioro de las condiciones de salud en el caso de los que tienen VIH.
Es por esta razón que los familiares solicitan a las autoridades del penal que los presos sean atendidos adecuadamente para evitar más muertes. Para ello piden una evaluación médica inmediata para toda la población penitenciaria.
Además exigen que el menú sea acorde para cada privado de libertad porque ahora solo consumen arroz, pasta, arepa sin acompañante o en su defecto agua de granos, cuya ración es repartida una sola vez al día.
“No entendemos qué pasa, sabemos que al penal llega comida pero a ellos no les dan. Lo mismo pasa cuando llevamos la paquetería con alimentos o productos de limpiezas desde que la entregamos en prevención al paso a la torre de Rodeo II o los pabellones de Rodeo III se pierden”, denunciaron los seres queridos de los internos.
Quieren agua y limpieza
Otro de los males que aqueja a los privados de libertad de EL Rodeo es la insalubridad dentro del recinto carcelario, los espacios están sucios y abundan los malos olores, sobretodo el de heces y orina en cada uno de los calabozos.
Tampoco tienen agua suficiente, pues el suministro llega a través de camiones cisternas. Cada preso recibe dos tobos de agua, la cual deben administrar durante 15 o 20 días para tomar, lavar la ropa y aseo personal.
Prensa Observatorio Venezolano de Prisiones
Foto: Cortesía