Ya de por si las cárceles venezolanas están muy lejos de cumplir su objetivo de reformatorio para los que transgreden la ley, aunado a eso la mayoría de estos recintos se han convertido en los focos más importantes de propagación para la tuberculosis convirtiéndose también en una amenaza para la vida de los reclusos.
Carolina Girón, directora del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), sentenció que esta situación acarrea grandes problemas para los familiares de privados de libertad, los que para poder ayudar a que la enfermedad adquirida dentro de estos centros no los condene a morir por falta de atención, deben hacer lo imposible para que al menos sean diagnosticados de manera correcta y oportuna. El tratamiento es un obstáculo más difícil aún de superar una vez que se tiene la certeza de la enfermedad.
Así es el caso de los familiares de varios reclusos internados tanto en Yare como en Yare 1 en el estado Miranda, con los cuales el equipo del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) tuvo la oportunidad de conversar y obtener testimonio directo de lo que es vivir entre angustias e incertidumbre cuando se tiene a un hijo preso y con tuberculosis.
“He hablado con todo el que he podido para saber en qué fase de la enfermedad se encuentra mi hijo, pero la respuesta es la misma, hay que esperar”, dijo entre lágrimas de desesperación la madre de un recluso que dio positivo para tuberculosis, pero como está recluido en Yare 1 siendo este un penal abierto, la posibilidad de ayudarlo se reduce cada vez más.
A pesar de que se les fue comunicado que salió un oficio donde se autorizaba el “traslado cuantas veces sean necesarias a algún centro de salud”, aún los familiares de varios reclusos no han tenido acceso a información oficial de en qué fase de la enfermedad se encuentran, nada más tienen información que algunos fueron aislados y pasados de Yare a Yare 1.
Cuarentena y dificultades adicionales
Para los familiares de privados de libertad la cuarentena y sus limitaciones ponen cada vez más obstáculos para poder verificar el estado de salud de ellos, sin acceso a los recintos penitenciarios por no tener condiciones mínimas para recibir visitas, enfermos que tienen que proveerse de agua en potes que llenan en chorros y otras condiciones mínimas no garantizadas para asegurar que su cuadro de salud no empeore.
Luego de varios meses sin poder ver a su hijo, la madre del recluso contó cómo fue verlo con más de 20 kilos menos a causa de la enfermedad y la malnutrición a la que es sometido por las condiciones en la que está recluido.
“Hoy pude verlo a unos cuantos metros de distancia, él de un lado de la cerca y yo del otro, al menos me dejaron entregarle una bolsa con comida, pero sigo luchando para que me informen en qué fase de la tuberculosis está y que me permitan llevarlo a algún hospital donde puedan atenderlo correctamente”, concluyó la madre.
Prensa Observatorio Venezolano de Prisiones