Según el criminólogo Fermín Mármol García, de los 38 centros penitenciarios existentes en el país, al menos 26 son dominados por estos grupos que manejan todo tipo de ilícitos, publica El Tiempo
El abogado, experto en seguridad ciudadana y miembro del Consejo del Instituto de Ciencias Penales y Criminológicas de la Universidad Central de Venezuela, asegura que de los 38 penales existentes en el país, 26 son controlados por pranes. El “70% de los centros penitenciarios están bajo el dominio de los pranes, quienes manejan no sólo el negocio de la venta de droga dentro del penal, sino también la trata de blancas”. Así de contundente son las cifras que maneja el criminólogo Fermín Mármol García.
Sus tentáculos se extienden al sicariato, secuestros, robo de vehículos, la organización de fiestas de negocios en las comunidades como otra forma de ganar dinero para la compra de armas y droga.
“Además de que en la mayoría de los casos son los que planifican los desmembramientos de algún integrante de su organización o de otra rival y dominan las zonas de paz, ubicadas en el municipio Acevedo del estado Miranda”, expresó.
Esta figura criminal ha encontrado terreno propicio para crecer apoyado en unas políticas penitenciarias que le favorecen y que dan forma a una imagen distorsionada de lo que debe ser aplaudido y lo que no, convirtiendo en héroe a quien cumple con todos lo requisitos contrarios.
“el conejo era un líder, ayudaba a los presos, les daba privilegios. Fui a visitar varias veces a mi hijo en la cárcel y tenía todas las comodidades: había piscina, discoteca, una sala de entretenimiento. Los fines de semana hacían parrilla para que ellos pudieran compartir con la familia. A mi muchacho, que estaba desde hace cuatro años preso en el penal de San Antonio, no le faltaba nada”, señala Yusleidy Zambrano, madre de un recluso del penal de San Antonio, en Porlamar, el cual fue cerrado recientemente luego de un tiroteo que se produjo para honrar a “el conejo”, expran que fue asesinado de cinco tiros el 24 de enero de 2016, cuando salía de una discoteca en la avenida 4 de mayo.
“el conejo” estuvo más de una década recluido en ese centro por tráfico de drogas, extorsión y desvalijamiento de vehículos. Él controlaba el negocio de la venta ilícita de sustancias en la isla. Amasó una fortuna de la que presumía con lujosos vehículos, continuos viajes y escoltas, que no lo dejaban solo porque sabían que tenía enemigos.
Para García, la figura del pran se ha convertido en el país en una industria criminal que además de beneficiar a la población reclusa, que forma parte de este negocio, favorece a militares y civiles.
“En otras naciones como en República Dominicana y Colombia esta figura se ha debilitado por la imposición de controles: el bloqueo de llamadas telefónicas, el paso de armas y la construcción de nuevas cárceles, convertidas en centros de reinserción social. En Colombia, los pranes son llamados ‘caciques’ y están en peligro de extinción”.
Negocian con el gobierno
Para el también criminólogo Javier Gorriño, el pranato actúa bajo el amparo del gobierno central, que lo protege y negocia con los líderes.
“El gobierno dice ‘no nos metemos con ustedes, siempre y cuando no permitan que se registren motines’. Les da a los pranes el poder de hacer remodelaciones en las cárceles, de cobrar a aquellos que quieren estar en una habitación de lujo que incluya televisor, aire acondicionado, Blue Ray y otros servicios hasta 80 mil bolívares. Este tipo de cobro lo llaman ‘la causa’. También les brinda apoyo en las fiestas, donde una botella de whisky puede costar hasta 90 mil bolívares y el servicio de prostitutas hasta por cuatro horas podría valer entre 20 y 25 mil bolívares, dependiendo de la vedette”.
Para que el esposo de Luisa Contreras, recluido desde hace tres años por el delito de robo en el Internado Judicial Rodeo II de Guatire, estado Miranda, pueda convivir tranquilo, debe pagarle mil bolívares mensuales al pran 20.
“Si no cancela religiosamente ese monto le hacen la vida imposible, lo torturan, le roban la poca ropa que tiene, hasta le impiden la visita. Es una víctima constante de amenazas. Tengo que ingeniármelas para conseguir esa plata cada mes y no se puede atrasar en las cuotas”, refirió la mujer.
De acuerdo con Humberto Prado, director del Observatorio Venezolano de Prisiones, cada vez que ocurren situaciones irregulares en las cárceles provocadas por pranes, el Ministerio para el Servicio Penitenciario, sólo opta por vaciar los centros, tal como ocurrió con el tiroteo que hubo en el penal de San Antonio, a causa de la muerte de ”el conejo” y que devino en la reubicación de los internos hacia otras instituciones.
Un panorama similar reflejó la extinta cárcel de Sabaneta, en Maracaibo, que fue desocupada luego de un motín liderado por “el mocho edwin” para tener el control del centro.
“No hay políticas concretas para erradicar el pranismo, sino una actitud de complicidad”.
Sugirió mejoras en los sueldos de los funcionarios dedicados a la custodia de los internos para evitar la complicidad y la corrupción interna y abogó por la eliminación del Ministerio para el Servicio Penitenciario, y en sustitución sugirió el fortalecimiento de programas que permitan la reinserción social de los reos, mediante talleres educativos y de capacitación laboral.
Estos a su juicio, fueron sustituidos por la implementación del orden cerrado en los centros que funcionan bajo el Nuevo Régimen Penitenciario, “cuyos resultados han sido nefastos porque en lugar de formar al hombre nuevo, se han convertido en focos de violencia”.
10 años de auge en Venezuela
Carlos Nieto Palma, director de la ONG Una Ventana a la Libertad, asegura que la figura del pran se ha ido consolidando en Venezuela desde hace 10 años.
Comenzó con el otorgamiento de privilegios a un grupo de internos, a través de la entrega de armas, permisos para hacer fiestas y flexibilizando las visitas.
Con el paso del tiempo, al gobierno central se les fue de las manos el control de los centros de reclusión, al extremo que los directores de los penales y retenes deben pedirle al pran su autorización para ingresar. No hay normas, ni leyes de comportamiento que no las otorgue el líder.
“Los pranes nunca trabajan solos, ellos tienen sus luceros o mano derecha, que colaboran y participan activamente en los crímenes que planifican dentro y fuera de la institución… Tienen buenos contactos con los funcionarios penitenciarios que les permitan manejar sin reparos el negocio de la venta de droga y compra de armas dentro y fuera del penal”.
Propuesta
Humberto Prado, del Observatorio Venezolano de Prisiones https://oveprisiones.com/, insiste en que el camino más idóneo para depurar las cárceles de pranes y controlar el ingreso de armas, es que la Comisión de Asuntos Penitenciarios de la Asamblea Nacional promueva la descentralización carcelaria, que estos centros pasen a manos de los gobiernos regionales como lo expresa la Constitución Nacional y se imponga la custodia de un funcionario de seguridad por cada 10 reos. Aunado a ello, propuso la construcción de cinco cárceles de máxima seguridad, así como también la limpieza del poder judicial con la incorporación de jueces de ejecución y de fiscales fundamentales que vigilen el régimen penitenciario y que acusen formalmente a quienes permitan el acceso de armas de alto calibre a las cárceles.